Hoy nuestras piernas se despiertan con ganas de marcha. Para calmar la ansiedad, optamos por una popular caminata que, comenzando en Mioño, terminará en Sopuerta. Desde la localidad cántabra ascenderemos el Ventoso (731 m), para bordear el famoso Betaio (750 m) y, en un último esfuerzo de mocetones del norte, tocar el cielo desde el Alen (803 m). Tanto el primero, Ventoso, como el último, Alen, son cotas centenarias, de modo que podrás dejar en cualquiera de ellas tu tarjeta.
Recomendaciones previas: Lleva agua y comida abundante. Una vez abandonemos Mioño o Santullán no habrá nada comestible / bebible con seguridad. Si acaso, moras. El resto, bellas vistas y calorías por quemar.
Comenzar la ruta será tan sencillo como arribar a Mioño o Santullán. En nuestro caso, tomamos el autobús de la empresa Encartaciones, que cubre la línea Bilbao-Castro Urdiales (antes lo hacía un Bizkaibus) y hace parada en Mioño. Nuestro objetivo ahora será llegar a Santullán, pueblo marcado por la cantera que se ve a kilómetros. Así, toda vez en la marquesina de Mioño, tendremos que caminar en dirección contraria al pueblo, ascendiendo a Santullán aprovechando las aceras.
En Santullán tomaremos la carretera hacia Otañes, hacia la izquierda. Fíjate en la señal, que te advierte de que está a 2,5 kilometros. En breves minutos nos toparemos con la blanquecina cantera (y su restaurante en frente). Tendremos que desviarnos y tomar un sendero ascendente que nace a la izquierda de la empresa.
Ya te encuentras en el sendero que te llevará a la vera del Ventoso. No tiene pérdida. Verás que la ascensión no es dura, pero sí constante. Pocos momentos de llano te esperan en este camino de grava-tierra. Te toparás con algunas intersecciones: no dudes en tomar el sendero que más se dirija a la cima.
Abre bien los ojos, porque en breve nos toparemos con nuestro primer objetivo: el Ventoso.
Podríamos rodearlo por la izquierda y ascender por un camino más pisado, pero nosotros vamos a afrontarlo por un sendero abierto que parte de nuestro camino y lleva directo a la cumbre en unos 150-200 metros. ¡Disfruta del repecho! En lo más alto nos espera una caseta de televisión, un vértice geodésico y un buzón dispuesto a ser sustituido por cualquier alma caritativa.
Seguimos. Abandonamos el Ventoso descendiendo por la loma contraria a la que hemos usado para subir. Tomamos, de nuevo, el camino pedregoso que dejamos cuando subimos la cota. Como ves, poca opción de pérdida hay. Solamente sigue el camino ya marcado, que ahora comienza a transcurrir por zona de trincheras de la Guerra civil, dólmenes y menhires. Aquí se encuentra el Túmulo de Perutxote y el Dolmen de Campo Ventoso, a medias bien señalizado y mantenido, con carteles rosas que llamarán tu atención.
Llegamos poco a poco al Betaio, nuestro segundo objetivo.
Es un monte asequible, de poca altura (750 m), pero cuyo acceso ha ido ganando dificultad con el paso de los años. Sus despejadas laderas se ha poblado de espinos, que dificultan a veces la ascensión. Dejamos a opción tuya subirlo o no. Independientemente de ello, frente al Betaio deberemos tomar el camino de la izquierda, como marcan las flechas, para bordearlo. Si optas por subirlo, verás por su parte posterior que hay un pequeño camino no muy marcado que te guiará a ello.
Nosotros apostamos por no subir y seguir el camino, que, justo en la parte posterior del Betaio, se torna en ascendente y sinuoso por momentos, y nos ofrecerá buenas vistas a ambos lados.
Llegamos así a las cercanías de nuestra última meta: Alen (803 m). Ésta es quizá la zona más complicada, no tanto físicamente como por la posibilidad de perderse. En caso de duda, tira del GPS más seguro: la gente. El Alen es un monte muy concurrido y cualquier mendizale te echará una mano y guiará perfectamente. También suele ser terreno de motocrosistas.
En estos momentos te encontrarás en la parte superior de esta zona.
Toma el sendero que asciende, pues el Alen es el monte más alto. Antes pasarás por un monte menor, sin buzón, llamado Anguiruela (778 m). Tras un pequeño collado y un último repecho, llegaremos a la cima del Alen para disfrutar de unas espectaculares vistas.
Sólo tienes que estar atento a un detalle: en una curva, tendrás que tomar un desvío de piedra, que nos llevará a nuestro último objetivo del día: el barrio de El Castaño (Sopuerta) y los hornos de Mina Catalina.
Tras visitar la zona, volvemos a casa. Para ello sólo tenemos que retomar la carretera que nos dejó en los hornos, atravesar todos los túneles y continuar por ella hasta llegar a un nuevo núcleo poblacional, mucho mayor, en el que una marquesina de Bizkaibus nos invitará a esperar…
Ficha de la ruta
Distancia Mioño – Alen: Unos 13 kilómetros.
Distancia Alen – Sopuerta: Aproximadamente 6,5 kilómetros.
Dificultad: Moderada. Pendiente suave pero constante hasta el Ventoso. Falso llano hasta Betaio. Fuerte pendiente hasta la cima del Alen. Pista forestal cómoda hasta Sopuerta.